Polanski, que permanece en arresto domiciliario en Suiza por una deuda pendiente con la justicia de EEUU -la presunta violación de una menor en los '70-, fue aclamado por la solidez de su filme, sobre el “negro” Ewan McGregor, que de escritor de las memorias del ex premier británico pasa a descubrir una trama sobre los secuestros de la CIA en Irak.
“De haber podido, tampoco habría venido a Berlín a recoger el premio. La última vez que fui a un festival a buscar un premio acabé en la cárcel”, fue el mensaje de Polanski leído por Alain Sarde y Robert Benmussa en la gala. El director fue detenido el pasado septiembre, cuando acudía al festival de Zúrich y actualmente sigue bajo arresto domiciliario en su chalet suizo.
Su inclusión a competición fue vista como un gesto solidario al colega en dificultades. Tras el desfile de los 20 aspirantes a premio quedó claro que, por encima de todo, Polanski sigue haciendo buen cine, al estilo Hitchcok de toda la vida, pero sólido.
Con “Bal”, tercer filme del turco Kaplanoglu sobre Anatolia, se premió un estilo muy distinto de entender el cine, a través de una poética hecha de silencios y sobre la figura de un niño que sólo habla con fluidez, a susurros, con su padre, el resto es tartamudeo o mutismo.
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