El Día de la Mujer sigue en minusvalía

En casi todo el mundo, desde hace unos 100 años, se celebra el Día Internacional de la Mujer cada 8 de marzo, en homenaje a las 140 obreras textiles que murieron en el incendio de una fábrica en Nueva York el 25 de marzo de 1911. Por propuesta de la luchadora revolucionaria Clara Zetkin, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras, reunida en Copenhague, con representantes de 17 países, se decretó el 8 de marzo como día de combate por el derecho al voto y por mejores y más seguras condiciones de trabajo. 

Gradualmente, el 8 de marzo se celebró en cada vez mayor número de países, comenzando por Alemania en 1914, y después se extendió a otras naciones de Europa y, más tarde, de otros continentes. Argentina y México fueron de los primeros países latinoamericanos donde se adoptó la fecha. Venezuela vivía los años duros de la dictadura gomecista, y ni siquiera llegaban noticias de la conmemoración. 

En la época del presidente López Contreras (1935-41) comenzaron las primeras actividades públicas, todas emprendidas por organizaciones de izquierda, y hubo un nuevo retroceso durante la dictadura perezjimenista, y precisamente, a poco del derrocamiento de Pérez Jiménez, el 8 de marzo de 1958, hubo un primer mitin con ese motivo, en el Nuevo Circo, con oradoras de AD, PCV, Copei y URD. A partir de entonces se ha producido un lento avance en las reivindicaciones de la mujer, que -según estudio de la doctora Sonia Sgambatti- es un "ciudadano de segundo orden" ante la ley, como en efecto queda demostrado en su libro con ese título. 

Muchas leyes han sido reformadas con el propósito de establecer la igualdad de géneros, y uno de los pasos en esa dirección se dio cuando en la Constitución Bolivariana se habló por primera vez de ciudadanos y ciudadanas. Con el presidente Chávez, que se definió a sí mismo como un feminista, la mujer alcanzó posiciones más relevantes, e incluso se creó el Ministerio de la Mujer. El pasado domingo demostramos cómo la mujer en Venezuela sigue estando en posición desventajosa en todos los entes del poder político, tanto en el sector estatal como en partidos, organizaciones gremiales, sindicales y estudiantiles.