lunes, 26 de octubre de 2009

Música

GRACIAS A LA VIDA
PASION VEGA

Desde que Pasión Vega firmó contrato con Sony-Bmg, los horizontes de su carrera musical se ampliaron. A partir de ese momento, sus días de coplas y batas de cola quedaron atrás. Para la joven malagueña comenzaba una nueva etapa de aprendizaje. Después de un trío de innovadores discos y numerosos premios nacionales, era inevitable que la antigua tonadillera se lanzara --como antes hicieran Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Paloma San Basilio y Rocío Dúrcal-- a la conquista de América.

Es por eso que su nuevo disco, Gracias a la vida, recoge temas del repertorio latinoamericano. La muestra es variada: desde rancheras hasta tangos, pasando por boleros, baladas y valses peruanos. Hasta ahí, todo muy bien. Lo que ocurre es que algunos de esos temas fueron escritos para ser cantados por hombres. Y no debieron incluirse. No hay manera que una ranchera de cantina como Ella, de José Alfredo Jiménez, le quede bien a una cantante tan melodiosa como Pasión Vega. Mucho menos Cuesta abajo, un tango arrabalero para ser cantado ``bajo el ala de un sombrero'' por un compadrito de La Boca. Ni La copa rota, una canción para borrachos despechados.

Pasión Vega es una cantante con gran expresividad interpretativa y una calidez vocal extraordinaria. Si todos los temas hubiesen sido como Gracias a la vida, de Violeta Parra, que le da título al álbum; Fina estampa, de Chabuca Granda, ``perfumada de magnolias''; Distancia, con sus nostálgicos ``vientos, campos y caminos''; En esta tarde gris, con el dramatismo de Marianito Mores; Noche de ronda, de María Teresa Vera, una historia de tristes traiciones, o Vete de mí, de Hugo Expósito, con la lírica belleza de su letra, el disco se habría sentido más completo.

ALBUM DE CUBA LUCRECIA WEA Latina

No importa el tiempo transcurrido: la música cubana es imperecedera y los cantantes no se cansan de poner a prueba esa inmortalidad. Ahora le tocó el turno a Lucrecia, quien acaba de sacar al mercado un compacto titulado Album de Cuba, en el que reúne algunos temas del inacabable cancionero criollo. Y aunque la selección es ecléctica, no podían faltar El manisero, La guantanamera, Son de la loma y Siboney. Son números que han sido grabados hasta el aburrimiento, y sin embargo esta vez los arreglos --de cierta jazzística modernidad-- hacen la diferencia. Y no solamente eso, sino que en el caso de La guantanamera y en el de La Cuba mía, la cantante cubana contó con la colaboración de Andy García recitando unos emotivos versos.

La
concepción artística del álbum, con una colección de fotos en sepia de una Lucrecia que parece salida de una película de los años 40, se complementa con el tono nostálgico que Oscar Gómez escogió para la producción. El tema final, en el que se escucha la voz de Celia entre las de Andy y Lucrecia, entonando La Cuba mía, es conmovedor hasta las lágrimas.

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