"Soy socialista, aunque sea muy rico"
Gordon Matthew Sumner es un hombre que está poniendo orden en su vida. Su madre murió a los 53 años; su padre, a los 57; él acaba de cumplir los 58. No pudo asistir al entierro de ninguno de sus progenitores cuando éstos fallecieron a finales de los ochenta; andaba de gira. Gordon Matthew Sumner, más conocido como Sting, dice que está enfrentándose en estos días a los fantasmas de su pasado.
Pregunta. ¿Qué le aporta ese proceso?
Respuesta. Una sensación de estar atando cabos, de cerrar un círculo; de que no quede nada sin decir ni sin hacer. Estoy en un periodo de mi vida en el que necesito poner las cosas en orden.
P. ¿Por qué?
R. Porque es lo que hacen los seres humanos en algún momento. Hay una parte de tu vida en la que todo es caos, movimiento; hay otro momento en el que ya tienes que ordenar y limpiar la habitación.
Hace ahora 33 años que abandonó Newcastle en busca de una carrera musical en Londres. Fue en diciembre de 1976, a los mandos de una atiborrada Citroën Dyane. Junto a él viajaban Frances, su primera mujer; Joseph, su primer hijo, recién nacido, y un perro. Poco podía sospechar en aquel entonces que viajaba rumbo a un éxito planetario junto a su banda, The Police, el proyecto por el que será recordado. El grupo con el que dijo que nunca volvería a tocar y con el que recorrió el mundo hace año y medio.
Hace unos meses, Gordon Matthew Sumner regresó a Newcastle. Hizo el viaje de vuelta. Para enfrentarse a sus fantasmas, dice. Su nueva entrega discográfica no sale indemne del proceso en el que anda volcado. If on a winter's night es una colección de canciones invernales donde hay chimenea, espíritus, cuentos y fantasmas. Sting abre las puertas de su casa en Londres a EL PAÍS. Aparece con el aspecto de un Capitán Haddock de ojos azules y pelo castaño. Guapo, alto y, hoy, algo seco.
P. Así que estamos frente a su álbum blanco.
R. Sí, con suerte lo será. A la gente parece que le gusta, puede que tenga éxito. No esperaba hacer este disco ahora.
P. ¿Por qué no?
R. Porque nunca sé qué es lo que voy a hacer a continuación. Alguien me sugirió hace 18 meses: "¿Harías un disco navideño?". Y dije: "No. Yo no hago eso. Haré un disco sobre el invierno". Empecé a investigar con discos sobre el invierno pertenecientes a siglos distintos. Canciones sagradas, seculares, folk... Para producir un disco extraño; no es un disco normal.
P. Resulta un poco raro que a usted, a estas alturas de su carrera, se le acerque alguien de la compañía para sugerirle que haga un disco navideño.
Sting se revuelve en el asiento de cuero negro en la segunda planta de su domicilio londinense. El cuero negro del sofá rechina por primera vez durante esta entrevista.
R. Yo escucho las sugerencias, puedo decir sí o no. Pero, bueno, sí, probablemente es una idea comercial. A mí el invierno es una estación que me intriga, me inspira.
La casa de Sting en Londres está a medio kilómetro escaso de Buckingham Palace. Da a St James's Park. En la segunda de sus cuatro plantas está la sala en que se desarrolla la entrevista, un espacio para relajarse, para tocar: suelo de anchas planchas de madera, sofá de desgastado cuero negro tipo Chester, un piano de cola, un atril con partituras y un bajo eléctrico del que se ha apropiado la reina de la casa, su hija Coco.
Coco también es protagonista en los cojines del sofá del salón, en la planta baja. La cara de cada uno de los cuatro hijos fruto de su segundo matrimonio con la actriz y productora Trudie Styler está estampada en los cojines que reposan sobre el sofá. Todo un ejercicio kitsch.
P. ¿Cómo fue la gira de reunificación con The Police? Se dijo que hubo, una vez más, pelea de egos en el grupo.
R. Eso no es lo importante. Lo importante es que atamos los cabos, cerramos el círculo. Dijimos: "Aquí estamos". Necesitábamos demostrarle a la gente que podíamos volver a hacerlo. Ya está.
P. ¿Quedó satisfecho con la experiencia?
R. Fue una de las giras más exitosas de la historia. Mi instinto fue hacerlo en ese momento, me siento bien. Creamos un sentimiento de nostalgia, la gente lo disfrutó. Ganamos mucho dinero, conseguí más libertad. Fue un éxito a todos los niveles.
Sting pronuncia la palabra éxito con orgullo. El éxito le sigue poniendo. Aunque sea un éxito con fundamentos pretéritos. Aunque sus trabajos ya se apoyen, desde hace años, en repertorios ajenos. Aunque la inspiración como compositor se le muestre esquiva y viva fundamentalmente abrazado a sus cualidades de intérprete, ya sea para cantar canciones tradicionales (las del compositor del siglo XVI John Dowland en Songs from the labyrinth, 2006), las canciones que compuso de joven (ahí está su gira 2007-2008 con The Police) o su nueva entrega, donde hay temas de Schubert, de Bach.
P. ¿Por qué no grabó algo nuevo con The Police?
R. Porque hubiera sido un ejercicio para crear nostalgia. No íbamos a hacer algo nuevo. Eso es lo que pensé.
P. ¿Es eso algo de lo que se dio cuenta durante la gira?
R. Creo que lo sabía desde el principio. Que íbamos a recrear algo, no a hacer algo nuevo.
Sting vendió 80 millones de álbumes con The Police. Tiene viñedos en su propiedad de la Toscana, donde grabó el disco, que se edita el próximo 10 de noviembre; un castillo en Wiltshire (suroeste del Reino Unido); un ático dúplex en Manhattan, Nueva York; una casa en Malibú, Los Ángeles. Su fortuna está estimada en 205 millones de euros, según la lista de los hombres más ricos de The Sunday Times.
P. ¿Qué queda de aquel chico que se subió a un Citroën Dyane a finales de 1976?
R. Me encontré con ese tipo hace poco, volví a mi ciudad. Pasé dos semanas allí. No había pasado dos semanas allí desde hace 40 años.
P. ¿En Wallsend [su ciudad natal]?
R. En el área de Newcastle. Estuve con mi gente. Encontré viejos amigos, gente con la que fui al colegio; me encontré con algunos fantasmas que ya no están entre nosotros, pero que siguen en mi mente, más fantasmas de los que imaginaba... Me vi a mí mismo haciendo ese viaje hace 40 años, y decidí regresar. Tuvo sentido para mí, le dio, en cierto modo, forma a mi vida.
P. ¿Y reconoce al tipo del Citroën?
R. Por supuesto que le reconozco, y le comprendo mejor de lo que él me comprende a mí. Él no me entiende para nada. Es bueno hacer esto a una edad como la mía, 58, y tener esa perspectiva de la vida en vez de andar a la deriva.
P. La fama también tiene un coste.
R. Si miras la vida de Michael Jackson, el cantante de pop más famoso del mundo y probablemente el más infeliz, la ecuación es sencilla: el éxito y la fama no significan felicidad, en ocasiones significan lo contrario. Yo puedo andar por cualquier ciudad y no me molestan. Yo no invito a la histeria, no voy con guardaespaldas, la gente te respeta, te saluda, te puede pedir una foto y tú te la haces, pero no hay histeria ni sensación de miedo; odio eso. Michael Jackson es mi ejemplo, él iba rodeado de... histeria, del tipo equivocado de atención... Así que no es raro que ya no esté entre nosotros.
P. Otro periódico publicó que una de sus cocineras, Jane Martin, le acusó de haberla despedido por estar embarazada en 2007 y aireó algunas intimidades sobre su estilo de vida. La mujer ganó el juicio. ¿Cómo acabó esa historia?
R. [Tos] Empleo a más de 100 personas en mi casa, en mis casas. Están muy contentas, las trato muy bien, soy muy generoso. Hay ocasiones en que cierta gente quiere sacar dinero, más dinero; y la mejor manera de sacar dinero es mentir, siempre hay alguien que quiere que le cuenten una nueva historia sobre ti, siempre. Van a los periódicos, lo cuentan, eso es mierda. No es cierto [dice con un hilillo de voz].
P. Hace 15 años usted se colocaba al frente de múltiples luchas, como la preservación de la selva amazónica; tenía usted una mayor presencia como activista. ¿Las críticas que recibió le disuadieron?
R. No fue por las críticas. Simplemente, en ocasiones, celebridad y causas confunden, porque la gente te ve a ti, pero no ve eso de lo que estás hablando. Así que ahora me quedo detrás. Recaudo fondos y son otros los que hablan, hablan los expertos. Mi instinto me decía hace 20 años que si destrozábamos la selva, el clima sufriría. Ahora hemos corroborado científicamente que hay calentamiento global, así que se demuestra que yo no decía chorradas.
P. Pronto habrá elecciones en el Reino Unido, parece que los conservadores retomarán el poder. ¿Qué opina?
R. Bueno, aquí solía haber una izquierda; ya no la hay. Es como si hubiera un solo partido, nos parecemos más a América. Y a lo mejor eso no es bueno.
P. ¿Su corazoncito sigue a la izquierda, o ya no?
[Sting se revuelve, vuelve a rechinar el cuero negro del sofá].
R. Sí, yo procedo de la clase obrera . Sigo siendo de izquierdas, sigo siendo socialista [y escuchándose, empieza a reírse, como anticipando la reacción de algunos cuando lo lean], aunque sea muy rico.
P. ¿Sí?
R. Sí.
P. ¿Y el hecho de ser tan rico no le produce ningún conflicto interior?
R. No. Soy muy rico, pero invierto el dinero en la gente. Empleo a mucha gente. Gasto el dinero, no lo guardo, lo gasto; y creo que lo gasto bien.
P. ¿Qué ha aprendido durante la grabación de este último disco?
R. El disco es sobre enfrentarse a los fantasmas del pasado. Creo que eso es el invierno: te sientas con los fantasmas y hablas con ellos, escuchas lo que te tienen que decir. Y sólo entonces te puedes mover hacia la primavera. Tienes que enfrentarte a tu pasado.
Fuente: www.elpais.com
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