El 88% de las mujeres afganas son analfabetas. Ocho de cada diez sufren violencia doméstica. El 95% de las niñas no acaban Secundaria. Son datos que revelan cuál es el valor de la mujer en Afganistán, apresada tras los 370 diminutos agujeros de un burka a través de los cuales están condenadas a ver diariamente la realidad.
Desde 1978, sucesivas guerras han devastado Afganistán. Son ya varias las generaciones de afganos que no han conocido su país en paz. Primero fue la intervención soviética a causa de las hostilidades entre el Gobierno comunista y la guerrilla islámica. Después, una terrible guerra civil acabó con la instauración en el poder de los talibanes y su régimen del horror. Tras el 11-S, cayó el Gobierno talibán gracias a la intervención internacional. Treinta años de conflictos y las heridas siguen aún sin cicatrizar; el país sigue teniendo un futuro incierto. Casa Asia (Carrera de San Jerónimo, 15) documenta la dura y compleja situación afgana a través de una exposición, comisariada por Menene Gras, que se articula a través de fotografías, vídeos y textos, y permanecerá abierta hasta el 1 de diciembre.
El hilo narrativo parte del libro «El regreso imaginario», de Atiq Rahimi, importante novelista afgano que vive en París. «Quiero ver de nuevo esos lugares de la ciudad de los que aún llevo la huella en mi recuerdo y la herida en mi existencia», comenta en este hermoso libro, cuyos estremecedores fragmentos pueden leerse (y oírse a través de unos auriculares) en una pantalla.
Afganistán, vista a través del trabajo de tres fotógrafos y dos periodistas. El francés François Fleury exhibe once fotografías en blanco y negro, que cuelgan en una sala, además de innumerables imágenes en color que vemos en una pantalla. Estuvo en este país en 2003: «Trabajaba en una ONG y tenía mucho tiempo libre para mirar. Saqué estas fotografías para mí. Quería narrar la historia de Afganistán, su cotidianidad, sus conflictos, sin olvidar el lado místico del país. En 2003 había esperanza, hoy apenas la hay».
Rubén Guillem acudió a Afganistán en 2006 acompañando a Ricardo Macián, que dirigió el documental «Los ojos de Ariana». Hizo fotografías, pero los negativos durmieron en algún cajón hasta que un día una persona de la embajada americana los vio y decidió que había que mostrar aquel material. «Quise retratar otra cara de Afganistán, su cotidianidad: hombres jugando al voleibol, un fotógrafo callejero, mujeres comprando escobas en un mercado, niñas en una escuela... Es una mirada distinta a la que vemos habitualmente, pero no edulcorada ni amable, se palpa lo que pasa. Es un trabajo cargado de esperanza, el pueblo afgano tiene ganas de salir del túnel». Entre sus imágenes, un avión partido en dos en medio de Kabul. Era el del presidente Najibulá, asesinado por los talibanes.
Guillaume Fourmont narra seis historias de este país en «Los afganos»: los textos pueden leerse en pantallas situadas junto a una curiosa galería de 43 retratos anónimos de afganos. Pertenecen a la colección Cyrille Moleux. Nos cuenta Fourmont que los afganos se retrataban en diminutos estudios para obtener sus fotografías para el documento de identidad y aprovechaban la ocasión para hacerse retratos clandestinamente, pues el régimen talibán lo prohíbe. En ellos aparecen hombres (no hay mujeres) con sus rostros pintados, portando armas, otros llevan flores, incluso hay uno tocando una flauta sobre la que posa un pájaro. Las fotografías fueron coloreadas posteriormente. La recuperación de este archivo de la memoria permite proteger un patrimonio que se hubiera perdido para siempre.
Quedamos con él en un café, del que nos echaron. El nos pedía que lo sacáramos del infierno que era vivir allí. Después supe que lo mataron, lo descuartizaron y esparcieron sus trozos por la calle. Pero no lo mataron por odiarlo, sino porque estaban enamorados de él. Esa es la hipocresía de este país con el sexo. La mirada de Zabi en esta fotografía dice mucho de Afganistán, «un país lleno de historias que contar». Pero, desgraciadamente, muy pocas tienen un final feliz.
ABC.es
HOLA, Afganistan es una sociedad enferma, no solo por el maltrato hacia las mujeres, ellos con su actutud caen en la trampa de no contar con el tremendo potencial de la mujer en la sociedad y los hombres siguen comportándose como "machos" sólos, acomplejados y sin esperanzas.ZAM
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