jueves, 6 de septiembre de 2012

Tiempos de dictadura



El 24 de noviembre de 1948 una trágica noticia sacude al mundo: el gran Diamante Negro recibe una cornada que lo eleva a la inmortalidad. Ese mismo día en Venezuela, el escritor Rómulo Gallegos, en ejercicio de la Presidencia, es víctima de un golpe de estado. Con estos dos hechos fortuitos y distantes comienza Tiempos de dictadura, documental de 90 minutos que Carlos Oteyza amasó con la paciencia del artesano que hornea un pan. 

El filme, con narración de Laureano Márquez, y apoyado en imágenes verdaderas de cine e innovadores animaciones para revivir episodios de los cuales se conservan testimonios orales es una brutal descripción de los años del último dictador de Venezuela, Marcos Pérez Jiménez. “La época en que nos asomamos a la modernidad pagando un alto costo en abusos y violaciones a los derechos humanos”, explica el cineasta que tardó 3 años en escribir, producir y dirigir su película• 

 -¿Cuál es el propósito de hacer un documental acerca de un suceso sobre el cual muchos venezolanos poco o nada le interesa? 


-Al contrario, al venezolano le interesa su historia y lo he comprobado con mis otros trabajos sobre el Petróleo, López Contreras, Historia del beisbol, etc. Porque un país que viva a espalda de su pasado es presa fácil de quien busque engañarlo. El conocimiento es poder. Si hay ciudadanos informados es más difícil engañarlos. Pero esta particularidad de contar a través de un documental tiene también su reto: que lo que se cuente sea ameno y verdadero. Debemos interesarnos por la historia. Se trata de un esfuerzo colectivo, poder llegar al gran público. Ésta no es una película que busca hablarles a los convencidos ni a los compañeros. Soy consciente que cuando la proyecten tendrá en la sala de cine de al lado a Batman, y eso no me preocupa porque no estoy apostando a hacer dinero sino a enviar un mensaje: que se puede vivir en libertad y sin miedo.

-No hay dudas de que trata de establecer un paralelismo entre la dictadura de Pérez Jiménez y el prolongado mandato de Hugo Chávez. 

-Como en las otras películas que he realizado. La idea no es comparar un periodo determinado con el presente. Puede ser un bumerán, porque si el presente cambia, la película se deshace. Pero más allá de eso, ésta es una película sobre una época cuando los venezolanos tuvieron miedo por el control del gobierno, la censura, los desfiles obligatorios de los empleados públicos, el silencio de los analistas, y lo vencieron. Se trata de que el espectador pueda sacar sus conclusiones. Eso escapa de mi intención. Como te digo, es un riesgo. Yo hice una película sobre el petróleo que no perderá vigencia, porque es la historia la que está presente. Pero ocurre la explosión en Amuay y entonces la película queda incompleta. 

-¿Cómo fue el proceso de recopilación de material documental, entrevistas testimoniales, comprobación de los hechos…? 


-Difícil. Pasé 3 años recopilando todo el material. Escenas grabadas por la gente de ese entonces, que las tenían guardadas en sus casas, y material que conservamos en archivo. Tuve que sacrificar mucho material, porque los documentales deben ser amenos y precisos. Me cuidé en no hacer una película sobre Pérez Jiménez sino en narrar el lado oculto de su dictadura. Tiempos de dictadura es un título que honra el contenido. Me interesó el periodo de los años 50, y resumir 10 años de dictadura fue un gran esfuerzo. Pensé en los jóvenes que no saben lo que pasó en esos años. Para ellos será una suerte de aprendizaje. Van a entender el sentido que tiene vivir bajo una dictadura, y descubrir la valentía y sacrificio de quienes lucharon porque querían vivir en libertad. Quiero que entiendan que la ambición del poder no se acabó con Pérez Jiménez. –Tiempos de dictadura es entonces un documental político. 

–No. Es una película amigable, si tú quieres, didáctica, dirigida a toda la familia con la finalidad de que nadie nos cuente la historia. Que seamos nosotros mismos quienes nos enteremos qué pasó en los tiempos de Pérez Jiménez. Insisto: esta no es una película para convencidos. Uno busca como darle vitamina al ciudadano para que el poder no le cuente la historia, sino que él mismo pueda discernir, incluso de lo que allí se cuenta. Que discuta, reflexione y tenga su propia información. Mira que el poder tiende a leer la historia a su favor y nosotros lo que hacemos es darle herramientas, crearle dudas, sobre el discurso oficial. No hago un filme militante. Por ejemplo, allí presentamos cómo conviven adecos y comunistas en la lucha contra la dictadura, sin darle protagonismo a unos sobre otros, porque ambos la pasaron negra. Esta película está distanciada del odio, de esa aberración de pasar factura. Es comprender lo que nos pasó en los años 50 y de compartir un pasado doloroso para que no se vuelva a repetir. Los entrevistados no son especialistas. Son los testigos de la época. Desde Yolanda Moreno, pasando por Aristigueta, Petkoff, Pompeyo Márquez, Mario Suárez, Simón Alberto Consalvi, Oscar Yanes, Américo Martín, el editor José Agustín Catalá, tantos otros. Por eso se decidió ser testimonial, narrativa, con personajes que vivieron esa época. Por ejemplo, está José Agustín Alcalá, quien vivió la época de Pérez Jiménez y fue uno de los más torturados. Cuando lo entrevisté tenía 95 años y para mí fue un impacto porque conservaba una posición firme y audaz al criticar las dictaduras, vengan de donde vengan. A veces el torturado queda afectado, hasta se vuelve loco. Pero él siempre fue fructífero en su quehacer diario. Su “Libro Negro de la dictadura” marcó la resistencia. Lamentablemente falleció este año. 

-¿Es una tendencia mundial o pasa sólo con los venezolanos que olvidamos rápidamente, por ejemplo, las buenas obras de otros gobiernos? 

-Lo que pasa es que cada vez que llega un nuevo gobierno se cree que llegó lo mejor y no continúa las obras iniciadas por el predecesor. En Venezuela el síndrome de Adán y la necesidad de ruptura han existido. Hablar desde el poder como si lo nuevo es positivo. Probablemente, es mucho mejor comenzar algo vistoso que preservar lo hecho. No sé por qué no han sabido mantener viva esa tradición de lo que se hizo en esos 40 años. En ese sentido, los gobiernos actúan como adolescentes eternos. No hay permanencia. Nos deslumbra lo nuevo y no nos importan las consecuencias. Se caen los puentes, se hunden las carreteras y se incendia una refinería porque no la hicimos nosotros, sino ellos, los otros. No entienden que la cuestión no es solo construir, sino también cuidar. Por eso hay que hacer este tipo de películas. Hay que hacer historia y con mis documentales revelo esa realidad. 

-¿Cuál sería el tema que abordaría si tuviera que realizar un documental basado en los desastres del chavismo? 

-Uno de los temas que más me interesa y no comprendo todavía es por qué hay tanta sumisión al poder centralizado, cuando en todo el mundo existe una explosión de ese concepto. Me llama la atención que algunos venezolanos permitan o apoyen la concentración del poder. Ese es un documental que haría, porque me genera angustia. Me pregunto cómo hay venezolanos que quieren ver al mismo ciudadano gobernando durante 20 años. Lo sano, lo lógico es la alternancia del poder. Por qué el silencio de un intelectual que ayer era crítico, por qué callarse. Por qué tantos universitarios o gente de la cultura que se ponen una franela porque los obligan. Por eso recomiendo ese libro de Pio Gil sobre Cipriano Castro, creo que está muy vigente. 

-¿Siente que el elector potencialmente chavista ha madurado su percepción respecto a este gobierno de 14 años como para votar por Capriles? 

-Creo que 14 años no pasan en vano. Hay un ambiente en el cual puede pasar cualquier cosa, pero lo cierto es que existe cansancio, y esto puede estimular a los venezolanos a votar en masa por Capriles. Es un atractivo. Es un candidato incluyente. El mejor discurso es el de Capriles. Es Chávez quien se hace las preguntas y es Capriles el que las responde.
Tal Cual

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