¿De qué muere un gigante? En el caso de Michael Clarke Duncan la respuesta es del corazón.
Con casi dos metros de estatura y una voz grave y profunda, como emanada de una caverna, Duncan transmitía obediencia, al menos físicamente. Por eso, cuando las cosas se pusieron duras en su vida (una mamá enferma y no mucho dinero), el gigante de ébano entró a trabajar como guardia de seguridad en clubes nocturnos, el encargado de retirar a los ebrios y los problemáticos con ayuda de su sombra imponente.
Además de guardia de seguridad, Duncan entró a trabajar a una compañía de gas de Chicago, Estados Unidos, cavando zanjas. Incluso llegó a explotar su desmesurada corporalidad como desnudista, un trabajo que sobrellevó con el nombre artístico de “El César negro”.
Fue su madre, Jean Duncan (madre cabeza de familia luego de que su esposo la abandonara), quien lo presionó para que se convirtiera en actor. Ante la insistencia, Duncan, el hijo, terminó por viajar a Los Angeles para emplearse en un principio como escolta de actores como Will Smith, Martin Lawrence y Jamie Foxx.
Poco a poco y muy lentamente, como reza la canción, Duncan se fue conectando con la industria del cine mediante pequeños papeles en los que interpretaba a guardias de seguridad de clubes nocturnos; el trabajo como interpretación del trabajo.
Para 1998, Duncan logró un papel que, a la larga, le cambiaría la vida. Fue uno de los actores de reparto de “Armageddon”, cinta protagonizada por Bruce Willis, en la que un equipo dirigido por este último (y en el cual Duncan interpretó a “Oso”) viaja hasta un asteroide para destruirlo antes de que colisione con la Tierra.
Durante la filmación, Duncan se hizo amigo de Willis, quien lo recomendó con el director Frank Darabont, quien se encontraba buscando actores para “Milagros Inesperados”, una adaptación al cine de una novela de Stephen King, en la que un condenado a muerte tiene el don de absorber los males de la gente.
Duncan trajo a la pantalla una interpretación vibrante llena de matices y contradicciones: un asesino de niños tan grande como para tapar la luz de una habitación, pero con una dulzura inusual, casi infantil; el homicida más encantador de la historia, de nombre John Coffey.
La interpretación del papel de John Coffey le trajo en 2000 a Duncan una nominación al premio Oscar en la categoría de mejor actor de reparto, que perdió ante otro grande de la pantalla, Michael Caine, además de una nominación en los premios Globo de Oro. La cinta también fue nominada como mejor película por parte de la Academia, un asunto que en buena parte se debe a la imponente interpretación de Duncan que por momentos opaca a Tom Hanks, quien protagonizó el filme.
Después de este papel, Duncan protagonizó y contribuyó en una larga lista de proyectos para cine y televisión. En varios de estos prestó su voz para traer a la vida personajes animados, como en ‘Kung Fu Panda’ o ‘Los reyes de la colina’.
El 13 de julio de este año el actor sufrió un infarto. Las complicaciones generadas por este episodio llevaron finalmente a su muerte este lunes, en la ciudad de Los Angeles. Tenía 54 años.
El Espectador
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