Creció rodeado de literatura y de historias increíbles que cultivaron su imaginación. Sin embargo, el guionista y director de cine colombiano Rodrigo García prefiere narrar a través de sus películas vidas reales; dramas vivos que el público llega a oler en el auditorio. En anteriores filmes, como Las cosas que diría con tan sólo mirarla o Nueve vidas, demostró su capacidad de retratar el complicado mundo femenino al que parece unirle una verdadera historia de amor.
Sonriente y relajado habló con El Espectador de su vida, de la televisión y el cine, así como de su nuevo trabajo cinematográfico: Mother and Child. Naomi Watts, Annette Bening y Kerry Washington configuran el triunvirato de musas que dan vida a una treintañera fría e insensible, una madre marcada por el bebé que hace 37 años dio en adopción y una mujer obsesionada con la idea de adoptar un hijo. Con frases como “Siempre digo la verdad, porque es más fácil de recordar”, García vuelve a lograr que el auditorio se rinda ante sus personajes.
¿Cómo es capaz de retratar el mundo femenino con tal sensibilidad, dando con la esencia de lo que lo constituye?
Cada vez que alguien destaca mi conocimiento de las mujeres, los diálogos o mi sensibilidad mi mujer dice: “Estoy harta, ¡no saben nada!” (ríe). Busco contar realidades cotidianas, no aventuras y por eso busco detalles que expresen esos comportamientos. En Mother and Child los personajes no tienen profesiones extraordinarias, sino detalles que hacen su historia interesante. A pesar de lo bien que hablen los personajes, los momentos que más golpean son los silencios.
La maternidad está siempre presente en sus películas, ¿le obsesiona?
Sí, es una obsesión. Me interesan los lazos entre personas y sobre todo aquellos que no puedes romper. El lazo más salvaje es siempre el amor que une a padres e hijos. Además, es un tema primario que no exige explicación. No necesito aclarar por qué en Mother and Child las mujeres se sienten como se sienten o por qué el personaje de Annette, al que le quitaron su bebé con 14 años, está enojado.
El final no es el esperado, sin duda.
Es una película que promete cierto final que no se da, pero quiero pensar que he logrado plasmar con ella la idea de que las cosas no se pueden controlar, pero sí aceptar. Quería transmitir la historia de una mujer que hace 37 años hizo en 20 minutos algo que cambió su vida para siempre y de lo que tardó 38 años en recuperarse.
¿Queda satisfecho con su trabajo?
Es imposible, porque la grabación de una película está llena de problemas, es traumática y nunca queda como uno piensa. A medida que pasa el tiempo me reconcilio con mis trabajos. Mother and Child me gustará más dentro de cinco años, cuando la vea en televisión por cable.
¿Sueña con que Hollywood le ofrezca una gran producción?
No creo que me ofrezcan grandes películas comerciales. Además, quiero seguir grabando lo que escribo, y ahí siempre tendré dificultades a la hora de financiarlas.
Pero dirigió ‘Passenger’, con Anne Hathaway… una película ‘comercial’.
Fue un encargo. Si no genero el guión la compenetración con el tema es diferente a cuando lo que grabo es mío y me obsesiona. Es como en televisión, me gusta hacer mundos que yo mismo no hubiera escrito, pero no son mundos tan personales.
¿Cómo alterna el lenguaje televisivo y el cinematográfico?
La televisión es un poco más fácil. Creo que escribir tu propia película es más difícil, debes crear el tono y el ambiente, y, además, te atormenta que no guste. Sin embargo, es más sencilla de filmar porque la conoces y sabes lo que es importante.
¿Fue fácil grabar los capítulos de la exitosa serie ‘In Treatment’?
In Treatment fue en realidad un trabajo más de adaptación (era en origen una serie israelí) que de dirección.
¿Piensa en crear una serie propia?
Aunque se me antoja me da miedo comprometerme, y que por falta de tiempo haga un mal trabajo. Soy un escritor muy lento para hacer televisión. Tardé nueve años en escribir Nueve vidas.
¿Teme no tener el control sobre la serie?
Todas las películas que he grabado las tenía ‘prevendidas’, por lo que tenía el control sobre ellas. Si hiciera una serie con HBO no podría hacer lo que quisiera; y eso me preocupa.
¿Qué queda de aquel muchacho que ayudó al director Robert Benton como camarógrafo?
Ser operador de cámara me enseñó a conocer el set de rodaje y a saber cuánto tiempo o dinero necesito para filmar las películas. Fue trabajando con Benton cuando me interesé por dirigir. Es un director muy invisible, que deja hacer a los actores.
¿De dónde se nutre para dar con las historias que cuenta?
Veo mucho cine de todas las épocas. Pero es la experiencia la que te da más instinto acerca de dónde puedes agarrar una idea y volverla historia.
¿Se considera un autor encerrado en sí mismo?
Me atormento todos los días. Unos pienso que esto es una mierda y otros que la historia es bonita. Es como una montaña rusa. Suelo enseñar el guión a amigos que sean buenos lectores.
Parece que vuelve a colaborar con Glenn Close, con quien ya trabajó en ‘Las cosas que diría con tan sólo mirarla’.
Dirigiré un guión de ella centrado en una mujer que en el siglo XIX irlandés se hizo pasar por hombre durante 50 años.
¿A cuál personaje le tiene más cariño?
Me gustan más los personajes que la película en sí. Éstos se te ocurren, los escribes, te encariñas con ellos y luego llegan los actores que hacen que los personajes me conmuevan aún más.
¿Por qué le gusta trabajar con productores latinoamericanos?
Con Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro me une una buena amistad desde hace unos 25 o 30 años. En principio, ellos junto con Alejandro González Iñarritu iban a producir la película. De hecho, fue Alejandro quien me ayudó a que actuara Naomi. Ella había trabajado con él en 21 gramos.
¿Cómo es la situación de los directores latinoamericanos en Hollywood?
Los directores latinos se encuentran con las mismas barreras que el resto de directores. El cine latinoamericano está creativamente bien, aunque muerto de hambre como todos. Me encantó Temporada de patos, del mexicano Fernando Eimbcke, también me gusta la directora argentina Lucrecia Martel y otros.
¿Alguna vez llevará al cine alguna novela de su padre?
Si adaptase algún libro de mi padre esa sería la noticia, ya la película ni importaría. No lo tengo que hacer por suerte.
¿Y la adaptación de “El amor en los tiempos del cólera?”
Mike Newell es un gran director. Tomaron algunas decisiones, como la de hacer la película en inglés, que no fueron acertadas. Es muy difícil convertir esas novelas envolventes en una película muy concreta.
¿Llegará el Oscar con ‘Mother and Child’?
No lo sé, todavía estoy conversando con tres distribuidoras en los Estados Unidos.
¿Por qué no fue seleccionada para el Festival de Cine de San Sebastián?
Pensaron que sería una buena película para la ceremonia de clausura.
¡Lástima!
Pero al menos me ahorré un dolor de estómago por los nervios.
Por: Irene Pedruelo Tapia / San Sebastián, España
Fuente: www.elespectador.com
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