Patricia Velásquez está feliz de estar en casa. De festejar su debut en el cine venezolano y de explorar los caminos del cine latinoamericano. Para 2011 estrenará su protagónico en Cenizas eternas de la directora Margarita Cadenas, que narra la historia de una mujer que se pierde en la selva, tras un accidente. Las razones para estar contenta no acaban allí. Pronto iniciará también un trabajo a las órdenes de Fina Torres y colabora con el escritor argentino Juan Pablo Domenech (La niña santa), cumpliendo su deseo de explorar los caminos de la cinematografía latinoamericana. Festeja tales novedades y el hecho de que sus anfitriones -Pernod Ricar-, la hayan invitado para rendirle homenaje sobre su alfombra azul.
-¿Cómo estuvo su debut en el cine venezolano?
-Fue un gran riesgo. No he visto aún la película. Hacerla con tan poco dinero y en el Amazonas no fue fácil. Hacer un proyecto en Venezuela es casi una necesidad social. Es muy diferente a lo que ocurre en Estados Unidos. Acá, todo el que participa en el proyecto es de alguna manera su dueño. Todos son dueños de la película. Nunca antes había actuado en una película como venezolana. El guión de Cenizas eternas lo leí hace mucho tiempo. Llamé a Margarita (Cadenas) para decirle que quería hacerlo, y me dijo que no. Que ese personaje estaba escrito para una francesa. Yo le sugerí entonces que ese personaje podía ser una venezolana, pero ella no aceptó. Tres años después sonó el teléfono y era Margarita. Me dijo: "Quiero hacer el film contigo. Esta mujer sí es venezolana". Y comenzamos a trabajar. Creo que todo se dio muy bien. Entonces yo tenía los derechos de la historia de Ingrid Betancourt. Venía trabajando ese personaje, sometido a condiciones extremas. Fue una preparación colateral que me ayudó a asumir el personaje.
-¿Qué significó para usted como actriz?
-Fue muy retador asumir el rodaje. Pensar en lo que una mujer puede experimentar estando en esas condiciones. Aprender la lengua de los yanomamis. Todo eso me ayudó. Pero ahora soy madre. Tengo una niña; así que la idea de perder una hija, aún en la ficción, es diferente. Es una imagen muy poderosa, te parte el alma. Hoy día, siempre te cuestionas el hecho de si por hacer esto, por tomar un trabajo, estás siendo buena o mala madre. Pero sigues adelante, porque también tienes que enseñarle el poder de los sueños y la posibilidad de alcanzarlos. Pensar en ella me dio muchas fuerzas para asumir este personaje.
-¿Dónde quedó su proyecto sobre Ingrid Betancourt?
-Tuve los derechos sobre la historia de Ingrid, pero una vez que fue liberada, sentí que era ella quien debía contarla, no yo. Le cedí los derechos a Betty Kaplan, y es ella quién tiene ahora el proyecto.
-¿Lo próximo es trabajar con Fina Torres?
-No me gustaba Fina, cuando hizo Woman on Top no me quiso. La juzgué duramente por eso. En ese entonces éramos muy pocos venezolanos en Hollywood y sentí que no nos habíamos tendido la mano. Tiempo después coincidimos en una premiere y me dijo "creo que ha llegado el momento de que trabajemos juntas". Fui muy franca con ella después de eso. Le dije lo que sentía. Y ella con una sola frase me hizo ver lo equivocada estuve. Tomó un segundo entender el porqué de su decisión. "Tenía mucho miedo" me dijo. Era su primera cinta en Hollywood y estaba muy asustada. Creo que ha sido una gran lección para mí. Ella tenía un proyecto, pero una tarde vino a una masterclass que hacíamos y decidió cambiarlo. No quiero revelar mucho de él. Prefiero que ella lo diga. Pero comenzamos a trabajar en octubre. Y lo haremos acá, en Venezuela.
ElUniversal
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