Gente apurada, pequeñas demostraciones de fervor y un público amante de la canción de etiqueta. Ese fue el preludio del primer show que anoche Michael Bublé dio ante 12 mil personas en el Movistar Arena, en una escena que seguramente se repetirá hoy en su segundo espectáculo y que lo confirman como uno de los números anglo más populares en Chile.
Pero, como toda estrella consciente de la ansiedad que genera su primera vez, el intérprete se hizo esperar y apareció cerca de las 22 horas, antecedido por el teloneo de los neoyorquinos Naturally 7. Al salir, y en solo dos canciones, Bublé presentó todas sus facetas como lo que él mismo definió una horas antes en la conferencia: un entretenedor lleno de carisma y humor. "Hoy no es un concierto, es una fiesta", fueron las palabras del canadiense antes de invitar a bailar y cantar a un Movistar Arena en su máxima capacidad. El público, en su mayoría parejas que pasaban los treinta, mostraba que la noche iba a ser de mucha complicidad con el protagonista escénico.
Luces y la música de la orquesta, compuesta por 13 músicos, antecedió la aparición del crooner treinteañero. Parecía el principio de una película de James Bond clásica. Una señal de luz con las letras MB se proyectaban en inmenso un telón blanco, se abre la primera cortina y a contraluz la silueta de la banda se graba en la imporvisada pantalla que inmediatamente se abre, mientras el cantane ya iniciaba las primeras estrofas de Cry me a river. Serio y concentrado finalizó sin saludar a los presentes que presenciaban atentos los movimientos de Bublé a lo ancho del escenario, vistiendo un impecable traje negro. Comunión fundida con una cascada de fuegos artificiales que explotaron desde lo más alto del escenario. Un estruendo que rompió el hielo y dio paso al saludo inicial. "¿Qué pasa Santiago? Prendan las luces que quiero verlos a todos", lanzó en inglés. "Este ha sido un gran año, me he casado", afirma, y tras los silbidos, se despacha una sugerente broma acerca de su sexualidad, apuntando a un joven de las primeras filas al que bajó a abrazar.
El show continuó con All of me, cover de Frank Sinatra. Le siguieron At this momento mack the knife y Everything, el tema que más aplausos sacó durante la velada. La jornada siguió bajo la misma tónica. Un Bublé muy cercano de la escuela de cantar y contar anécdotas, un manual que ejecuta con absoluto profesionalismo (ver crítica).
Más Bieber que Sinatra
En la tarde, el canadiense desplegó varias actividades. Cerca de las 16 horas, realizó una prueba de sonido con 30 fans que tuvieron la opción de conocerlo a través de un meet & greet. Luego fue hasta su primera cita con la prensa local, en un ambiente distendido y salpicado por su sentido del humor. "Soy un estúpido. Debí venir mucho antes. Creo que sólo se debe a cosas relacionadas con promoción y dinero", comentó.
En contraparte, lanzó su guiño chileno más evidente: su alianza personal y laboral con Humberto Gatica. El productor fue uno de los impulsores de su carrera y ha participado en casi la totalidad de su discografía. Bublé sigue: "Humberto siempre me dijo que tenía que venir. Por lo que me han contado, sé de lo que han pasado como país, que han dejado atrás las crisis económicas y que pueden convertirse en el líder de América".
Luego habló de las capacidades que lo han convertido en el continuador de la saga de crooners de etiqueta que explotó en los 50: "No soy un crooner, soy un cantante pop. No me gusta estar categorizado, porque también tengo hits que yo escribí. Aunque lógicamente hay crooners que me gustan".
Con respecto a su paralelo con "La voz", el artista apuntó: "Tengo muy poco en común con Sinatra. Primero, estoy vivo. Segundo, nací en 1975 y escuché a los Beastie Boys y Michael Jackson. Soy muy parecido a ustedes y probablemente me veo más como Justin Bieber que como Frank Sinatra".
La Tercera
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