jueves, 15 de marzo de 2012

"¡Paren el mundo que me quiero bajar!"


Mafalda cumple este jueves 50 años de haber sido dibujada por primera vez por su creador, Quino. Llega a su sexta década siendo un personaje sin tiempo, que no envejece, no sólo porque su esponjosa cabellera y la talla de sus zapatos negros de hebilla sigan siendo los de una niña de más o menos siete años, sino porque sus preguntas, llenas de sentido común, de humor y también de críticas al mundo y la política, siguen tan vigentes como lo fueron durante esos convulsos años en los que fue creada.

Mafalda no iba a ser propiamente una historieta. Fue dibujada en realidad como parte de la campaña de unos electrodomésticos de marca Mansfield. El encargo llegó a manos de Joaquín Salvador Lavado, Quino, quien dibujó ocho tiras cómicas que finalmente no se utilizaron y quedaron guardadas en un cajón. El 29 septiembre de 1964, el periódico Primera Plana le encomendó unas caricaturas a Quino, y el dibujante supo entonces que le había encontrado un lugar a su personaje, que nacía públicamente.


Fue hija de la censura. Quino ha descrito en varias entrevistas cómo cuando llegó a la redacción del diario se le advirtió qué era todo aquello de lo que no podía hablar: nada de represión, ni de sexo, y mucho menos de militares. Sin embargo, Mafalda lo proveería de miles de estrategias para evadir el control, tanto que los años la calificarían como “contestataria”. “Por ejemplo, la sopa —en el caso de Mafalda— era para mí una metáfora del autoritarismo militar”, ha sentenciado el dibujante, quien valiéndose del encanto creado por esa niña que no comprendía el mundo de los adultos, un día cedió ante su insistencia y le permitió decir, mientras señalaba el bolillo de un policía: “¿Ven? Este es el palito de abolir ideologías”.

Las palabras de esta niña llegaron a ser tan perturbadoras que cuando en 1970 se lanzó el primer libro de la tira cómica en España, el gobierno franquista obligó a los editores a poner una franja en la tapa que decía: “Sólo para adultos”.

La trascendencia del personaje, que a pesar de tener tantas referencias locales ha sido traducido hasta en China, fue reconocida por escritores, pensadores y políticos. Mafalda se convirtió, como lo dijo el escritor Umberto Eco, no sólo en una “heroína de nuestro tiempo”, sino en un personaje que daba cuenta de una América Latina urbana, de su entorno familiar, escolar, citadino. “El trazo de Quino caracterizó las calles de Buenos Aires, sus habitantes y sus costumbres, su arquitectura y sus vehículos. En Colombia no tenemos una tira cómica que represente nuestro país en ese aspecto. Condorito nos da una idea de las calles de Chile, con Tintín vemos calles de Bélgica y Calvin nos enseña el barrio estadounidense. Nosotros no tenemos un personaje típico que pueda mostrar la arquitectura de nuestras ciudades”, explica el caricaturista colombiano Betto.

Asaltado por una falta de frescura, Quino decidió terminar las tiras de Mafalda en 1973. Sin embargo, padecería durante años una callada tensión con cada uno de los fanáticos de sus personajes, cuando se le acercaban y en silencio le hacían sentir una cierta culpa por la muerte de Mafalda, Manolito, Susanita, Libertad, Felipe. “La Mafalda es un dibujo, no es una persona de carne y hueso. Pero a veces me tratan como si hace veintiséis años hubiera matado a un grupo de nueve personas, los nueve personajes de la tira. A veces me tratan como si fuera un asesino”, ha asegurado Quino en una entrevista concedida para Clarín.

Quizá cada uno de los fervientes seguidores de Mafalda que fueron testigos de cuando se levantaba por la mañana gritando: “¿Se han acabado el hambre y la pobreza en el mundo? ¿Se suprimieron las armas nucleares? ¿Sí?”, para oírla decir, después de recibir la realista negativa de su padre, “¡Y entonces para qué cuernos cambiamos de año!”; quizás todos esos que se han reído de su inocencia trastocadora no hagan más que reconocer con su fervor que Mafalda y sus amigotes no son más que el reflejo contenido de la especie humana. “Allí se encuentran la envidia, la inseguridad, la ironía, la amistad, la avaricia ,la pereza y demás aspectos de nuestro comportamiento. Eso hace que Mafalda y sus amigos se conviertan en uno de los personajes mas queridos y cercanos en el mundo del cómic”, concluye Betto.

Para hablar de Mafalda

- Julio Cortázar, Escritor
“No tiene importancia lo que yo pienso de Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí”.


- Gabriel García Márquez, Escritor
“Después de leer a Mafalda me di cuenta de que lo que te aproxima más a la felicidad es la quinoterapia”.


- Umberto Eco, Escritor y filósofo
“Puesto que nuestros hijos se preparan para ser, por elección nuestra, una multitud de Mafaldas, no será imprudente tratar a Mafalda con el respeto que merece un personaje real”.


- Betto, Caricaturista colombiano
Todos tenemos algo de Manolito, de Susanita o, en mi caso, mucho de Felipito. Es por eso que Mafalda nunca pasará de moda. Siempre estaremos identificados con la hija de Joaquín Salvador Lavado y sus amigos.
El Espectador.com

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