Pablo Milanés no deja indiferente a nadie. Ni en Cuba ni en Miami. Siempre fue así, pero ahora todavía más. A solo unos días de su histórica presentación en el estadio American Airlines Arena, en el puro cogollo del exilio cubano, las canciones y declaraciones de Pablito encienden fuegos a ambos lados del estrecho de la Florida y hacen tragar sapos a más de uno. Dentro de la isla la oficialidad ha optado por el silencio, se mira a otro lado ante las recientes críticas del autor de Amo esta isla y Yo me quedo, que la semana pasada denunció una vez más en voz alta la falta de libertades en su país en una entrevista con El Nuevo Herald, un medio considerado "enemigo" por el Gobierno.
Sin embargo, en Miami nada de eso cuenta. Solo es determinante el pasado revolucionario de Milanés, y es por eso por lo que los grupos más extremistas han pedido abiertamente prohibir o sabotear el concierto del representante de la Nueva Trova, y que viva la democracia.
"Milanés es un agente ideológico de un Gobierno enemigo y patrocinador del terrorismo, no lo queremos en la capital y el corazón del exilio", ha dicho en estos días el coordinador del grupo Cuban American Patriots and Friends, Emilio Izquierdo, uno de tantos que hoy gritan contra la presentación.
Para el congresista republicano David Rivera, de origen cubano, la actuación es una afrenta "a una comunidad que ha sufrido en carne propia la persecución de un Gobierno dictatorial". El mismo alcalde de Miami-Dade, Carlos Jiménez, nacido en La Habana, ha declarado que no está de acuerdo con el concierto, pero ha advertido que legalmente no puede impedirlo porque el estadio Arena es manejado por una entidad privada. Y estas opiniones pueden considerarse "moderadas" dada la temperatura reinante.
La gira de Pablo Milanés, posible gracias a la flexibilización impulsada por la Administración de Barack Obama, comenzará el 26 de agosto en Washington y un día después cantará en Miami. Luego continuará por otras ciudades estadounidenses hasta terminar el 17 de septiembre en San Juan, Puerto Rico. Aunque un buen número de músicos cubanos se han presentado en los últimos tiempos en Miami -desde el grupo salsero Los Van Van a artistas como Carlos Varela- es la primera vez que uno de los legendarios fundadores de la Nueva Trova lleva su música a la capital del exilio. El año pasado, Silvio Rodríguez, el otro gran representante de este movimiento musical que fue bandera artística de la revolución, actuó en el Estado de Florida, pero lo hizo en Orlando, a unos 400 kilómetros al norte de la ciudad considerada emblema de la diáspora cubana.
Pero el concierto de Pablo es especial por muchas cosas. Desde hace tiempo, Milanés es uno de los intelectuales que con más lucidez viene criticando al Gobierno de su país y demandando cambios económicos y políticos, entre ellos el fin de las restricciones a la libertad de viajar de los cubanos. En vísperas de la gira, ha vuelto a repetir sus denuncias con toda crudeza. "Los cubanos que viven en Miami tienen tanto derecho o más a visitar su país que el que tenemos nosotros a visitar Estados Unidos. Nosotros no somos estadounidenses, sin embargo, ellos son cubanos y tienen todo el derecho a entrar a su país, sin siquiera sacar un permiso", declaró al Nuevo Herald. Y añadió: "También todos los cubanos en Cuba deben tener el derecho a salir de su país sin necesidad de una tarjeta o de pasar por un determinado filtro burocrático". Del mismo modo, criticó la discriminación contra los negros, la intolerancia y el inmovilismo, así como la autocensura de la prensa, pero sin renunciar a sus ideas revolucionarias y de izquierdas.
En Cuba, silencio; y en Miami, críticas encendidas, toda una paradoja a la cual Milanés responde: "No importa las cosas que nos separen, nos pueden separar muchas cosas, entre ellas cuestiones ideológicas, pero tiene que haber al fin un entendimiento entre los cubanos, un entendimiento cultural, un entendimiento histórico, un entendimiento sentimental, y eso debe expresarse a través de la cultura que, me parece a mí, es el vehículo idóneo".
El Pais
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