sábado, 25 de junio de 2011

Número de la suerte. Beyoncé. El cuarto disco de estudio de la estadounidense, “4”

BEYONCÉ

Primitiva. Con el pelo revuelto, cubierta apenas con una especie de chaleco de piel de animal y una bombacha rotosa. Así aparece Beyoncé en la tapa de su último disco, como si recién hubiera salido de su cueva para desperezarse. Al parecer, este año que pasó alejada de los escenarios y de la exposición mediática se conectó con ella misma y lo que encontró fue un desierto inmenso, un nuevo punto de partida.

4, así se llama su último trabajo. Porque es el día en que nació, porque es su cuarto disco, porque es su número de la suerte, porque así lo quisieron sus fans. Aquí también, tanto en su voz como en su imagen -ya está rodando el video del primer single Run the world (girls)- se condensa lo romántico con lo agresivo, lo vulnerable con lo decididamente sexual, lo dulce con lo furioso. Sin embargo 4 se destaca de los otros por ser su trabajo más confesional.

El disco comienza con 1+1, una balada romántica, en la que los artilugios de la ingeniería de sonido felizmente se corren para dar lugar a las virtudes de su voz, sensual y melancólica. Este es uno de los mejores temas del disco porque es simple, busca profundidad en lo esencial, Beyoncé no necesita mucho más. Este primer tema es como la canción madre de la que se va a desprender todo el resto. El disco se va a ir complejizando hasta llegar a la canción ya citada Run the world (girls), un tema fragmentado, procesado hasta el mínimo detalle. Allí, Beyoncé le declara una guerra a los hombres con la seducción femenina como arma para luego terminar rendida ante ellos.

I care, I miss you siguen con esta tónica enamorada, bien pop, en donde Beyoncé pone al servicio de su música su vulnerabilidad dramática que, antes de quebrarse, se expresa. Best thing I never had es el segundo corte de difusión y fue escrito por un equipo de siete personas que se juntaron para dar con el impacto comercial. Al igual que Countdown (¡escrito por nueve!) y, sin embargo, o por eso mismo, resultan los temas menos interesantes a nivel expresivo.

Con Party parecía que finalmente se iba a poder empezar a bailar. Pero no, la fiesta de Beyoncé no es para hacer trencito ni tirar papelitos de colores, sino que en su fiesta las luces son bien bajas y se baila lento, solo y en una esquina del salón. Rather die young, Start over y Love on top, son como cortos musicales en que sólo siguiendo el dramatismo de su voz se puede oír una narración por fuera de la letra. Son baladas de amor desgarrado que de pronto te empiezan a mover los pies. En End of time, el tema apocalíptico del disco, cómo no, la percusión y su voz ocupan el primer plano. I was here, escrita por la prestigiosa cantautora estadounidense Diane Warren es un acierto. Es un tema emotivo, como de despedida.

Los doce temas que integran 4 tienen tanto protagonismo, que son para escuchar sin hacer nada más que eso. No son canciones para acompañarte en el día a día, sino que te dicen “stop, ahora me escuchás vos a mí” y la vida se suspende.
Clarin.com

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