Tal vez lo último que hizo fue escuchar. Seguramente nunca imaginó que un sonido fuese la antesala al final de su vida cuando él, justamente, le había dedicado la vida al sonido.
Quizás, una y mil veces retumbaron las detonaciones en su cabeza, rebotando sin cesar durante la última media hora en la que transcurrió su viaje en ambulancia hacia ninguna parte.
¿Dónde habrán terminado esos ecos amplificados por las paredes de aquel callejón contiguo al edificio Dakota en el centro de Manhattan? ¿En que se convirtieron? ¿En qué lo convirtieron a él?
El nombre que fue de un hombre, en vida se convirtió en ícono y con su muerte se transformó en un símbolo, para permanecer atado a los anclajes de la inmortalidad.
John Lennon nunca más volvió a ser John Lennon y hoy, 31 años después de su desaparición, nos seguimos preguntando ¿quién fue? y especulamos sobre quién sería hoy.
No cabe duda de la impronta artística que Lennon le dejó al mundo. Creaciones que trascienden lo musical para invadir el espectro de lo político con mensajes universalistas en clave rebelde.
Imagen fetiche del ideario hippie, cuya batalla contracultural hoy pudiera parecer ingenua y hasta muchas veces funcional a los valores a los que se oponían, cuando no incoherentes teniendo en cuenta que quién promulgaba el amor y la paz era un hombre violento, vengativo y belicoso.
Protagonista de la historia de la banda de rock más importante de la historia, Lennon fue capaz de abandonarse a la relación con su mujer, empujado por el narcisismo y su necesidad de reconocerse como artista real y no de mercado.
Esta última disyuntiva ocupó siempre un lugar central en sus maquinaciones y reproches a su pasado como Beatles y con la cual aún hoy confrontaría, si fuera capaz de mirarse desde su foto estampada en alguna camiseta made in China o de pedir el sandwich John Lennon en algún Hard Rock café.
Los ecos de aquellos cinco disparos regresan y nos proponemos rastrearlos entre quienes aquí vivimos. Músicos que a miles de kilómetros y a millones de segundos desde aquel 8 de diciembre de 1980, han recibido su influencia.
Quizás, una y mil veces retumbaron las detonaciones en su cabeza, rebotando sin cesar durante la última media hora en la que transcurrió su viaje en ambulancia hacia ninguna parte.
¿Dónde habrán terminado esos ecos amplificados por las paredes de aquel callejón contiguo al edificio Dakota en el centro de Manhattan? ¿En que se convirtieron? ¿En qué lo convirtieron a él?
El nombre que fue de un hombre, en vida se convirtió en ícono y con su muerte se transformó en un símbolo, para permanecer atado a los anclajes de la inmortalidad.
John Lennon nunca más volvió a ser John Lennon y hoy, 31 años después de su desaparición, nos seguimos preguntando ¿quién fue? y especulamos sobre quién sería hoy.
No cabe duda de la impronta artística que Lennon le dejó al mundo. Creaciones que trascienden lo musical para invadir el espectro de lo político con mensajes universalistas en clave rebelde.
Imagen fetiche del ideario hippie, cuya batalla contracultural hoy pudiera parecer ingenua y hasta muchas veces funcional a los valores a los que se oponían, cuando no incoherentes teniendo en cuenta que quién promulgaba el amor y la paz era un hombre violento, vengativo y belicoso.
Protagonista de la historia de la banda de rock más importante de la historia, Lennon fue capaz de abandonarse a la relación con su mujer, empujado por el narcisismo y su necesidad de reconocerse como artista real y no de mercado.
Esta última disyuntiva ocupó siempre un lugar central en sus maquinaciones y reproches a su pasado como Beatles y con la cual aún hoy confrontaría, si fuera capaz de mirarse desde su foto estampada en alguna camiseta made in China o de pedir el sandwich John Lennon en algún Hard Rock café.
Los ecos de aquellos cinco disparos regresan y nos proponemos rastrearlos entre quienes aquí vivimos. Músicos que a miles de kilómetros y a millones de segundos desde aquel 8 de diciembre de 1980, han recibido su influencia.
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