El presidente chino, Hu Jintao, lo tiene claro: "La Exposición Universal de Shanghai pertenece al mundo". Sin embargo, la inauguración de esta noche no ha podido tener un carácter más chino: acartonado recibimiento de hasta 20 jefes de Estado frente a un pelotón de cámaras, cena de honor a puerta cerrada, gala televisiva al estilo Noche de Fiesta, y espectáculo pirotécnico con más de cien mil fuegos artificiales a lo largo de 3,5 kilómetros de la orilla del río Huangpu, que divide en dos la Expo de los superlativos.
No es de extrañar que los comentaristas chinos consideren la de hoy "una noche de gloria que marca un nuevo hito en la política de apertura y desarrollo del país". De hecho, la Expo de Shanghai tiene un marcado carácter económico, ya que la mayoría de los países participantes llegan a China para dar el do de pecho en el mercado que más crece del planeta, justo cuando el resto se lame las heridas de la grave crisis económica. "A pesar de la situación actual, creemos que es imprescindible venir a la Expo con un proyecto espectacular para que mejore nuestra imagen", comenta María Tena, comisaria del pabellón español, que ya ha sido considerado durante el período de pruebas uno de los favoritos de la Expo, y ha acaparado portadas en multitud de medios locales. "Vamos a sacar todo el jugo de este acontecimiento, porque no puede ser un derroche", apostilla.
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